La hamburguesa de avestruz que resultó ser de ternera. Y lo mismo pasa con una quinta parte de la carne procesada, denuncia un estudio

La industria de la carne no pasa por sus mejores momentos. Más allá de los mensajes -cada vez más evidentes- del impacto medioambiental de la ganadería extensiva y de la apuesta creciente por dietas vegetarianas o veganas, los escándalos no dejan de salpicar un negocio que sigue despertando muchas dudas. Y que, al parecer, no […]

La industria de la carne no pasa por sus mejores momentos. Más allá de los mensajes -cada vez más evidentes- del impacto medioambiental de la ganadería extensiva y de la apuesta creciente por dietas vegetarianas o veganas, los escándalos no dejan de salpicar un negocio que sigue despertando muchas dudas.

Y que, al parecer, no termina de aprender la lección. Y es que cada cierto tiempo algún estudio o programa de investigación pone sobre la mesa el origen o calidad de algunos preparados cárnicos pero, pasado el temporal, nada parece cambiar.

Hace unos años fue el escándalo de la carne de caballo que afectó a diversos países europeos. Más recientemente algunas granjas de cerdos de España -un negocio al alza, por cierto- estuvieron en el punto de mira tras aquel polémico reportaje de Salvados. Y de forma recurrente, los análisis de calidad sobre la carne picada que se vende en supermercados tampoco permiten ser muy optimistas.

Ahora, un reciente estudio realizado en Reino Unido arroja un dato preocupante: más de una quinta parte de las muestras analizadas tienen carnes diferentes a las especificadas en el etiquetado. Allí donde se promete cordero hay ternera o pollo, el cerdo campa a sus anchas en preparados en teoría libres de carne de este animal y el premio absoluto es para la hamburguesa de avestruz que resultó contener un 100% de carne de ternera.

El estudio realizado durante el año pasado por la FSA -la agencia de calidad alimentaria del país- revela datos que no inspiran demasiada confianza en las carnes envasadas que se venden en los supermercados o se sirven en restaurantes.

Según los resultados -que no aportan datos concretos sobre las marcas analizadas- 145 de las 665 muestras contenían “carnes no especificadas”. Lo que, dicho así, no suena ni apetecible ni tranquilizador.

Aunque en algunos casos puede tratarse de contaminación cruzada de las plantas de procesado -había muestras con carne de hasta 4 animales diferentes-, la tónica general es más de fraude que de error: las carnes más baratas son las que, casualmente, más aparecen en los productos que supuestamente contienen otras de mayor precio o calidad.

La carne picada, las salchichas, los kebabs– otro de esos productos siempre rodeado de cierta leyenda negra– y, atención, los currys servidos en algunos restaurantes.

Aunque las autoridades se han dado prisa en matizar que se trata de casos aislados (¡una quinta parte!) y que el estudio no pone en entredicho los estándares generales de la industria, parece certificar que, escándalo tras escándalo, pocas cosas cambian. En Reino Unido en este caso, pero sin duda aplicable a muchos otros países.

¿Solución? Evidentemente más control, aunque evitar los preparados cárnicos o apostar por la carne picada al momento son remedios bien sencillos y aplicables desde ya mismo en casa.

Fuente: 20minutos.es

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