¿La ausencia de matanza en la carne cultivada en laboratorio garantiza su estado kosher o halal?

El Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA) autorizó recientemente a dos empresas, Good Meat y Upside Foods, a fabricar y comercializar sus productos de pollo cultivado en EE. UU. Sin embargo, si estos productos cultivados en laboratorio se consideran kosher o halal se ha convertido en un problema religioso.

Esta nueva generación de productos libres de sacrificio desafía las normas religiosas de certificación kosher y halal, que exigen el sacrificio ritual de animales. Tal como está, ninguno de los productos de pollo cultivado aprobado por el USDA de la compañía ha obtenido la certificación kosher o halal. Ambas compañías han señalado su intención de explorar estas vías, y Upside Foods busca la certificación para hacerse un hueco en los mercados donde prevalecen estas regulaciones dietéticas.

Como ocurre con la mayoría de los asuntos religiosos, los niveles de interpretación y adhesión arrojan diversos puntos de vista. Mientras que algunas autoridades religiosas ven la agricultura celular como una tecnología innovadora exenta de las reglas convencionales, otras perciben que necesita una forma diferente de supervisión.

La noción de carne cultivada en laboratorio también presenta un dilema ético para los vegetarianos, especialmente para aquellos que se abstienen de consumir carne por razones ambientales o de bienestar animal. Si bien no son vegetarianas en el sentido tradicional, estas nuevas carnes no involucran la matanza de animales. Sin embargo, no están exentos de explotación animal por completo, con células extraídas de biopsias, óvulos fertilizados o incluso plumas.

La situación se vuelve más compleja cuando se consideran los requisitos específicos de halal y kosher. Por ejemplo, según la ley dietética islámica, la carne debe provenir de un animal que sea halal y que se manipule de manera que mantenga su estatus halal. La vida del animal debe tomarse de manera específica y la carne de un animal vivo está estrictamente prohibida. Como resultado, las células biopsiadas harían que la carne resultante no fuera halal.

Sin embargo, podría haber una laguna. La ley Halal permite el uso de células de plumas o lana, ambas partes de animales no vivos, para producir carne. Por lo tanto, un producto cárnico cultivado en laboratorio que utilice células recolectadas de dichas fuentes podría ser aceptable según las normas halal.

La ley dietética judía, kashrut, tiene sus estipulaciones únicas. Para que la carne cultivada sea kosher, la célula debe tomarse de un animal sacrificado kosher o de un huevo no fertilizado de un pollo kosher. Además, la ley judía prohíbe mezclar carne con productos lácteos, lo que complica aún más el asunto.

Estas interpretaciones no son unánimes. Por ejemplo, el rabino David Lau, el principal rabino Ashkenazi de Israel, se inclina por clasificar la carne cultivada como kosher y parve, una categoría de alimentos que no se consideran ni carne ni lácteos.

En última instancia, la interpretación de textos religiosos a nuevas tecnologías como la carne cultivada en laboratorio requiere educación y discusión entre las empresas y las autoridades religiosas. Este diálogo ya está ocurriendo en lugares como Israel y el sudeste asiático, en un intento por asegurar la certificación kosher y halal para las carnes cultivadas en laboratorio.

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