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“A simple vista, parecen iguales. Compara estos dos. Apriétalos con el dedo. ¿Lo notas? La principal diferencia está en la textura, el mantecado halal es un poco más compacto”. El sevillano José María Gamito tomó hace 20 años las riendas de la empresa familiar y, con ellas, las de la aventura de adentrarse en el mercado musulmán. Desde hace una década, Productos Gamito fabrica polvorones y mantecados acordes a las normas del islam y prevé superar este año los 250.000 euros en ventas de una facturación total de 1,8 millones. “Son un poco más insípidos que los otros”, explica el empresario en la misma fábrica, situada en Estepa.
Con más de medio siglo de historia, la empresa confió en la visión de negocio de uno de sus distribuidores para explorar este mercado. “El comercial nos alertó de que en Melilla el producto llamaba la atención, pero que mucha gente no lo compraba porque llevaba manteca de cerdo. Nos propuso que investigásemos cómo poder fabricarlo de otra manera. Era arriesgado, pero había que intentarlo”, recuerda Gamito. La solución fue sustituir este ingrediente por aceite y grasas vegetales. “Estuvimos investigando hasta que dimos con una grasa que era manipulable y se adaptaba a nuestro producto”, agrega el empresario.
“En el caso de los roscos de vino, como los musulmanes no pueden consumir alcohol, lo hemos sustituido por anís en grano”. Tras producir unos 12.000 kilogramos al año en sus inicios, este año las previsiones se elevan a 150.000. “No está nada mal si tenemos en cuenta que en total producimos 700.000 kilogramos de mantecados”, afirma.
Con un crecimiento escalonado en estos años, el empuje definitivo vino de la mano del certificado que el Instituto Halal otorga para comercializar estos productos. “Es el reconocimiento de que cumplimos con todas las exigencias y para el consumidor supone una garantía”, expone Gamito mientras explica cómo se traducen en la cadena de producción los requisitos a cumplir para renovar cada año la distinción. “Debemos tener una amasadora y cortadora única y exclusivamente para fabricar halal, hay que evitar que el producto pueda contaminarse con manteca de cerdo”, explica. Según este organismo, en España solo otras tres empresas de polvorones tienen este certificado (otras dos en Estepa y una en Antequera). En 2014, alcanzaron los 147.895 euros de facturación y las previsiones son las de rozar el medio millón de euros este año. “Al principio, sí notamos la entrada de estas empresas, pero hemos sabido repartirnos el mercado y seguir creciendo. En los primeros años, llegábamos a duplicar la producción de un año a año. Ahora crecemos entre un 8% y un 10%”, apunta Gamito.
A diferencia del mantecado tradicional, los halal se fabrican durante todo el año y ayudan a aliviar uno de los principales problemas de este sector. “Este mercado no solo nos permite romper con la estacionalidad sino que también nos ayuda a diversificar la oferta y a retener empleo”, reconoce el secretario del Consejo Regulador de Estepa, José María Fernández. “En campaña, trabajamos unas 60 personas en dos turnos. Antes del halal, cerrábamos durante ocho meses, ahora damos empleo a 15 personas otros cuatro meses más”, explica Gamito. “Gracias a estas ventas hemos podido compensar la caída experimentada en el mercado nacional durante la crisis”, añade.
Productos Gamito solo exporta un 7% de su producción. “Y es, principalmente, de halal”, apunta el empresario. Además de vender en diferentes puntos de España como Melilla, Ceuta o Barcelona, la empresa trabaja en países europeos como Holanda, Bélgica o Francia; y en Marruecos. “En este último caso, la expansión se complica por los altos aranceles”, afirma Gamito. “Estamos cerrando un acuerdo para llegar a Argelia. También hemos iniciado contactos para vender en Arabia Saudí o Dubái”, concluye.