Banca islámica” se refiere a un sistema de actividades bancarias que es coherente con la Shari’ah (Ley Islámica) y guiado por la economía islámica.
Por tanto, los procedimientos bancarios que incluyen el pago de Riba (usura o intereses) son haram (islámicamente prohibidos). La ley islámica también prohíbe el comercio con riesgo financiero (que es visto como una forma de apuesta), invertir en negocios que incluyen alcohol o que producen información y publicidad antiislámica, etc. A finales del siglo 20 se crearon varios bancos islámicos para atender a este mercado de banca en particular.
El primer experimento moderno con la banca islámica tuvo lugar en Egipto, encubierto para no proyectar una imagen islámica debido a razones políticas. El esfuerzo pionero, dirigido por Ahmad El Nayar, tomó la forma de una caja de ahorro basada en la participación de beneficios, en la ciudad egipcia de Mint Ghamer, en 1963. Este experimento duró hasta 1967, para ese tiempo existían 9 de esos bancos en el país.
La banca islámica tiene el mismo propósito que la banca convencional, excepto que opera de acuerdo con las leyes islámicas, conocidas como Fiqh Al Mu’amalat (leyes islámicas sobre las transacciones). El principio básico de la banca islámica es compartir las ganancias y las pérdidas y prohibir la Riba. Entre los conceptos islámicos comunes usados en la banca islámica están: la partición de los beneficios (Mudarabah), la custodia (Wadi’ah), empresa conjunta (Musharakah), valor agregado (Murabahah) y arrendamiento (Iyarah).
En una transacción hipotecaria islámica, en lugar de prestar dinero al comprador para comprar el objeto, el mismo banco puede comprarlo del vendedor y revenderlo al comprador con una ganancia, permitiendo al comprador pagar al banco en cuotas. Sin embargo, el hecho que sea ganancia no puede ser hecho explicito y por lo tanto no hay penalidades adicionales por el retraso en los pagos. Con el fin de protegerse a sí mismo contra el incumplimiento, el banco pide garantías estrictas. Los bienes o inmuebles son registrados a nombre del comprador desde el inicio de la transacción. Esta disposición es llamada Murabahah. Otro enfoque es Al Iyarah wal Iqtina’, que es similar al alquiler de bienes raíces.
Los bancos islámicos manejan el comercio de vehículos de manera similar (vendiendo el vehículo al comprador a un precio más alto que en el mercado, y luego manteniendo al titularidad del vehículo hasta que la deuda sea pagada).
Existen muchas otras propuestas utilizadas en los negocios. Los bancos islámicos prestan su dinero a las empresas mediante la emisión de préstamos a tasa de interés flotante. La tasa de interés flotante está vinculada a la tasa de retorno individual de la empresa. Así, el beneficio del banco sobre el préstamo es igual a un porcentaje determinado de los beneficios de la empresa. Una vez que el monto principal del préstamo es devuelto, el acuerdo del beneficio compartido se hace efectivo.
Esta práctica se denomina Musharakah. Además, Mudarabah es la financiación de capital de riesgo de un empresario que proporciona mano de obra, mientras que la financiación es provista por el banco para que se compartan los beneficios y los riesgos.
Tales acuerdos de participación entre el capital y la mano de obra reflejan el punto de vista islámico de que el prestatario no debe asumir todo el riesgo/costo de un fracaso, resultando en una distribución balanceada de los ingresos y no permitiendo al prestamista monopolizar la economía.
Los bancos islámicos han crecido recientemente en el mundo musulmán, pero son una parte muy pequeña del sistema bancario global. Las instituciones de micro-créditos como Gramin Bank usan prácticas de crédito convencionales, y son populares en algunos países musulmanes, pero evidentemente eso no es banca islámica.
Actualmente existen cerca de 75 fondos de capital islámico en todo el mundo con sede en países musulmanes y dirigidos a inversores institucionales en el Medio Oriente. El crecimiento de la clase media en el mundo musulmán está impulsado por la llegada de un “nuevo orden económico”.
Algunos años atrás, Dow Jones hizo público el primer modelo/referente global de acciones dirigido a los inversionistas musulmanes. El índice del mercado Islámico sigue 660 empresas compatibles con la Shari’ah en 34 países, incluyendo Microsoft, Coca-Cola, etc. Brown Brothers, Harriman & Co. y una docena de otros bancos están introduciendo fondos siguiendo el índice. Barclays de Gran Bretaña y Commerz Bank AG de Alemania están alimentando nuevas carteras para los musulmanes. En noviembre de 1999, Financial Times (FTSE) International, en Londres, presentó sus propios índices islámicos.
Los eruditos musulmanes están abiertos a las soluciones creativas para los problemas surgidos de las finanzas modernas. Todo fondo o institución islámica respetable tiene un consejo de eruditos analizando sus inversiones y prácticas. “Casi todos los eruditos ahora están de acuerdo, por ejemplo, en que está bien para los musulmanes comprar acciones o bienes que son compromisos de una propiedad responsable”, dice Yusuf Talal Delorenzo, erudito musulmán norteamericano y asesor de fondos. Esta aprobación de los eruditos está condicionada a que tales acciones o bienes sean en sí mismos islámicamente legales.
El índice Dow Jones incluye cadenas de hoteles y aerolíneas que sirven alcohol y cerdo; pero los fondos islámicos manejados por Saturna Capital Corp., no lo hacen. A. Rushdi Siddiq, director de Dow Jones Islamic Index Group, dice: “Los comites de Shari’ah son de hecho gestores/gerentes de fondos”.
El estilo occidental de banca es rechazado por miles de musulmanes practicantes alrededor del mundo. Se les permitió invertir en bienes raíces, financiamiento comercial, o pequeños negocios. Esto dio como resultado un acumulado de fondos que es estimado en 150 mil millones de dólares, y un crecimiento del 30% por año.